sábado, 25 de julio de 2009

Race for the Galaxy

Y ya que estamos con el tema espacial...

Tuve el placer la semana pasada de pasar unos días en la mansión de la familia Tempora Mores. Espero que el señor Tempora Mores no se enfade si incluyo abajo una foto de la bonita fachada principal:


Una tradición en la mansión Tempora Mores (una vez la institutriz lleva a los niños a la cama), es instalarnos en el salón de fumar y jugar a juegos de tablero. El juego más apreciado es Die Siedler von Catan ("Siedler" para los amigos), que es un juego en gran parte responsable por el renacimiento del interés en los juegos de tablero en Europa y Estados Unidos, y sobre el que me voy a extender un poco.

El juego lo conocí en Viena - mi compañero de habitación, Robert, era un ávido jugador, y pasamos unas cuantas tardes entretenidos con él. En el juego, cada jugador representa a un grupo de colonos en una isla deshabitada pero llena de recursos (madera, arcilla, trigo, piedra y ovejas), y el objetivo es construir más carreteras, aldeas y ciudades que los otros jugadores. Cada jugador recolecta recursos en cada turno, construye, y mercadea con los otros jugadores para conseguir materiales que no tiene a cambio de otros que sí tiene.


El juego es el modelo por excelencia del típico juego de tablero alemán: las reglas son algo complejas pero fáciles de aprender (y permiten muchas estrategias diferentes para ganar), el juego está equilibrado de forma que todos los jugadores estén la mayor parte del juego a la par, la interacción entre jugadores es algo reducida (excepto por la fase de trueque), y el conflicto directo entre jugadores está muy restringido (no es posible atacar y destruir las ciudades contrarias, por ejemplo). Esto crea un ambiente bastante social, y en general es posible pasarselo bien incluso aunque se pierda (al contrario que en otros clásicos como el Monopoly o el Parchís).

Este juego desencadenó una explosión de juegos del mismo tipo, y hoy en día, además de haber una gran afición a los juegos de tablero en Alemania, este tipo de juego es muy apreciado en Estados Unidos.

(¡Incluso personas normales juegan!)

Otros juegos recomendables son el Puerto Rico, Agricola y Carcassonne.

Volviendo a mi querido amigo Tempora Mores, el problema es que él y su maravillosa esposa tienen bastante más experiencia que yo, y siendo que además el señor Tempora Mores es un fino (y despiadado) estratega, el resultado es como el final de Dos Hombres y un Destino, pero con fichas de madera en lugar de soldados bolivianos.
Así es que, para igualar el terreno, esta vez propuse traerme un juego nuevo.

Señoras y caballeros, con ustedes: Race for the Galaxy.


Este es un juego del que tenía buenas referencias, con la advertencia de que las reglas son algo complejas. Dado que entre el señor Tempora Mores y yo tenemos entre los dos un par de títulos universitarios, casi 300 puntos de coeficiente de inteligencia y cuatro huevos como campanas, nos entretuvimos en la noche del viernes en aprender a jugar.

Lo que siguieron fueron dos intensas horas de trabajo intelectual (y perplejidad) empollando el manual de doce páginas, consultando las cartas de referencia rápida, discutiendo el sentido de las reglas, recordando los tiempos de AMA, y pensando si después de todo no valdría la pena sacar el Siedler.
Pero ni el señor Tempora Mores ni yo conocemos el miedo ni el desánimo (¿he mencionado que hice el año pasado cinco inmersiones con un dedo roto y el hombro dislocado?), así es que, al final de las dos horas empezamos nuestra primera partida titubeante, en la que, sorprendentemente, cometimos muy pocos fallos, y tras una hora y media, me alcé triunfante... lo cual no es habitual.

(El problema del manual es que es un poco como aprender a conducir con el código de circulación: todo lo que hace falta saber está en el código, pero no ayuda mucho a entender qué se hace en la práctica).

El juego es entretenidísimo, y muy rápido (se puede jugar en unos tres cuartos de hora, una vez uno ha asimilado las reglas), y la estructura es relativamente simple. El problema son las excepciones y reglas adicionales... que son donde está el meollo del juego.

Se juega con cartas, pero, a diferencia de los juegos coleccionables (muy populares desde hace unos años, como el Magic: The Gathering), la caja contiene todas las cartas necesarias para jugar.
Hay sólo dos tipos de cartas: planetas (que generan bienes) y desarrollos (tecnologías para ganar habilidades adicionales).
En cada turno, cada jugador elige una acción: explorar (mirar y coger cartas del mazo), desarrollar (jugar una carta de desarrollo), colonizar (jugar una carta de planeta), consumir (cambiar bienes de consumo por puntos) y producir (generar bienes de consumo).


La gracia es que cada carta tiene habilidades adicionales, que se pueden usar en la fase adecuada. Por ejemplo, el desarrollo "política de déficit" me permite tirar cartas de mi mano para ganar puntos de victoria. O el desarrollo "nave colonia" me permite colonizar directamente un planeta sin tener que pagar los costes.
Esto hace que las partidas sean muy entretenidas, con situaciones cambiantes, según las cartas que se tienen en la mano, y muchas decisiones difíciles en cada turno.

Cada carta tiene un valor en puntos de victoria, y los bienes de consumo producidos se pueden vender a cambio de puntos de victoria. El objetivo es tener el mayor número de puntos al final del juego.

Por ejemplo, en la última partida, yo jugué la carta "Piedra de Rosetta alienígena", que me permite reducir el coste de colonizar mundos con antiguos artefactos alienígenas. Esto me permitió colonizar rápidamente múltiples mundos con mucho valor. Por otro lado, yo no tenía apenas mundos productivos. El señor Tempora Mores tenía muchos mundos de poco valor pero muy productivos, y esto le llevó a la victoria. Si yo hubiera tenido la carta "Instituto de Investigación Alienígena", habría ganado puntos de victoria adicionales por mis mundos alienígenas, y habría ganado.

Una pega del juego es que la interacción entre los jugadores es muy reducida. Uno juega para sí mismo, con un ojo puesto en lo que hace el otro, pero no se puede influir directamente lo que hace el contrincante. Esto es naturalmente algo molesto para los jugadores sedientos de sangre que quieran aplastar a sus enemigos, verlos huir desesperados, y oir las lamentaciones de sus mujeres.

El marcador con el señor Tempora Mores está ahora mismo 2 - 1 a mi favor, y deseoso estoy ya de jugar mi próxima partida...

4 comentarios:

  1. No me provoques, que voy a estar en Valencia en Agosto, y soy capaz de desafiarte a una partida. :-P

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  2. Chetoo: Freakies, sí, a mucha honra :-)

    Salsero: Buen artículo. Lo que no entiendo es por qué dices que vas a enseñar mi casa y pones una foto de la entrada para los criados.

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  3. ¿A ese juego vas a enseñar a tu sobrino/ahijado a jugar? Es por ir leyéndole ya las reglas que dicen que a partir del sexto mes de embarazo los bebés ya son conscientes de las conversaciones que se hacen a su alrededor.

    Marcos: Criados? y yo que pensaba que era la casita del perro

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