domingo, 26 de abril de 2009

Persépolis




He estado leyendo hace unos días las memorias de Marjane Satrapi, una dibujante iraní, que ha tenido la interesante idea de publicarlas en forma de cómic ("Novela Gráfica" para los entendidos).

Marjane es hija de padres de izquierdas, y políticamente comprometidos, habiendo sufrido primero la dictadura del Shah Reza Pahlavi, y luego la represión del régimen islamista de los Ayatollahs. Por esto, la mentalidad de Marjane es pro-occidental, y esto tiende a tintar un poco la imagen que uno se hace de la revolución islámica a través de sus ojos.

El cómic está dibujado de forma muy estilizada y engañosamente simple. Sólo hay dos colores, blanco y negro, y las figuras apenas consisten en unos pocos rasgos genéricos y algunos detalles que les identifican. Pero la técnica da dinamismo y expresividad a la historia, especialmente en el primer libro, donde Marjane cuenta su infancia, y mezcla la cruda realidad de la Revolución Islámica y la guerra Irán-Irak con sus propias ensoñaciones.

El hecho de que Marjane y su familia tuvieran una forma de ver el mundo cultivada y cosmopolita hacen fácil identificarse con ellos cuando tienen que adaptarse a la involución de las libertades personales que representa la Revolución Islámica (especialmente para las mujeres). Esta parte es me es especialmente intrigante, y me voy a permitir irme por la tangente para explicarme.

Habiendo nacido europeo, uno da por hecho que hay una serie de libertades y derechos, garantizados por el estado y que no se pueden infringir. Además, uno tiene la visión de que la historia consiste en un progreso constante, desde la miseria y la servidumbre de gran parte de la población en la antigüedad hasta la amplia libertad y bienestar que se disfruta hoy en día, progreso que debe continuar en el futuro.
Esta visión está espectacularmente equivocada, y es únicamente válida para una minoría en todo el mundo - la mayoría de la población de la Tierra está sometida a condiciones de pobreza, falta de perspectivas, y ciclos de violencia a menor o mayor escala. Cada libertad ha tenido que ser ganada con sangre y esfuerzo, y eso es algo que en Europa se olvida.
Por eso es fácil entender la incredulidad de los padres de Marjane cuando el régimen que sustituye al Shah está sustentado por clérigos con costumbres retrógradas y sin ninguna experiencia en liderar y administrar una nación.

Marjane en sí es una rebelde, lo cual a menudo le trae problemas. Aunque a veces, no está claro si se trata de rebelarse o de intentar suicidarse, como una ocasión en la que a la muchacha se le ocurre salir a la calle vestida con una chaqueta vaquera, zapatillas de Nike y un pin de Michael Jackson para ir a comprar una cinta de contrabando de Kim Wilde. Naturalmente, la muchacha se topa con un grupo de Guardianes de la Revolución y se libra por los pelos de acabar en un calabozo.
(Personalmente, si tengo que acabar en un calabozo, preferiría que fuera por una cinta de Pink Floyd).

A los catorce años, los padres de Marjane deciden que la personalidad de Marjane no va a causarle más que problemas en Irán y deciden enviarla a Viena para que pueda convertirse en una mujer de provecho, emancipada y cultivada. Esta sección es la que me resulta más interesante, porque me recuerda mucho a mis propios años en Viena. La experiencia de Marjane y la mía son bastante diferentes, pero hay cosas que son idénticas: tener que acostumbrarse a compartir la habitación con alguien, adaptarse a un país donde la gente es mucho más fría y formal que en el país donde uno se ha criado, sobrellevar la soledad y el desarraigo... y sobre todo, madurar, aprender a entenderse con la gente, y descubrir al sexo opuesto.

Con algunas de las experiencias de Marjane en Viena no puedo menos que sonreír, porque reflejan las mías propias. Para Marjane, los cuatro años en Viena acaban con la decisión de volver a Irán, a la familia que echa de menos... y a tener que convertirse de una adolescente cosmopolita en Viena a una buena mujer modesta y temerosa de Dios.

Lo que me sorprende de esta sección es cómo Marjane cuenta que, a pesar de los estrictos límites impuestos por el gobierno, aún hay gente que clandestinamente tiene relaciones de pareja sin estar casados (lo cual es ilegal), organizan fiestas con alcohol o se visten a la moda europea, aunque sea en privado.

Habiendo madurado como mujer liberada y de amplios horizontes, y cansada de sufrir la discriminación del régimen, la historia concluye con ella abandonando Irán definitivamente para irse a vivir a Francia.

Tengo que decir que me resulta fácil entender la perspectiva de Marjane. He conocido a unos cuantos iraníes (mi profesor de Salsa es iraní él mismo), y encuentro que son gente muy cálida, con una forma de ser muy mediterránea... y amantes de la vida nocturna en cuanto salen de Irán.

Pero en fin. No está claro que el futuro vaya a ser tan tranquilo como los últimos sesenta años, y el autoritarismo nunca se pasa de moda, y es siempre popular entre determinada gente.

Así es que hay que estar atento, y escuchar a la gente que han tenido que ganarse la libertad a pulso.

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