domingo, 24 de mayo de 2009

Maus

Habiendo hablado de Persépolis, se me ocurre que no estaría de más escribir un poco sobre uno de los primeros cómics que demostraron que con viñetas también se pueden contar historias serias, aparte de mostrar a tipos musculosos en leotardos repartiendo tortas. Sin Maus abriendo camino, posiblemente no habría habido Persépolis.

En Maus, Art Spiegelman cuenta la historia de su padre, Wladek Spiegelman, un judío polaco que padeció la persecución a los judíos durante la segunda guerra mundial, y que junto con su mujer, sobrevivió a Auschwitz, emigrando a los Estados Unidos tras la guerra, y sufriendo las secuelas de la enorme tribulación el resto de su vida.

El cómic, completado en 1992, ganó un premio Pulitzer, y generalmente es el primer cómic recomendado a quien no quiera renunciar a las historietas, pero quiera la complejidad de temas y la calidad artística de una novela, (otros sospechosos habituales son Sandman, Watchmen, Y the Last Man o From Hell).

Tengo que decir que Maus tiene un siginificado especial para mí, porque lo leí a ratos en la bibliotéca pública de Viena que estaba al lado de la facultad. Por entonces aún estaba aprendiendo alemán, y leer cómics me ayudaba a perfeccionar el idioma cuando las novelas me representaban demasiado esfuerzo.

Al igual que Persépolis, Maus está dibujado en blanco y negro sin apenas tonos de gris, en un estilo impresionista que sirve muy bien para representar la desolación de la Europa de los años cuarenta. La parte más característica del cómic es cómo el autor hace uso de animales antropomórficos para distinguir entre las nacionalidades europeas: los judíos son ratones, los alemanes son gatos, los polacos no judíos son cerdos (sospecho que porque el antisemitismo estaba muy extendido en Polonia antes de la guerra), los americanos son perros, los franceses son ranas, los británicos, peces, y los suecos, alces.
El autor juega con estas metáforas durante la historia: cuando los protagonistas intentan hacerse pasar por polacos, llevan caretas de cerdo. Un recluso de Auschwitz que afirma ser alemán no judío es representado como ratón en una viñeta, y como gato en la siguiente.

Cada capítulo de la historia está enmarcado por las entrevistas del autor con su padre en los años ochenta, recogiendo material para escribir el cómic. Hay un enorme contraste entre Wladek Spiegelman como anciano en los años ochenta, y Wladek Spiegelman como joven en los cuarenta. En su vejez, Wladek Spiegelman es un hombre maniático, extremadamente tacaño, y muy dependiente de su hijo, con quien tiene una relación muy tirante. En los años cuarenta, Wladek supera un percance tras otro, demostrando una gran habilidad en el trato con las personas, una fina astucia para sobrevivir y mucho coraje.

La historia comienza a finales de los años treinta. Wladek es un comerciante casado con una mujer de familia rica que regenta una fábrica textil. Las noticias alarmantes de Alemania se multiplican, y la guerra empieza poco después. Wladek es reclutado en el ejército polaco, y es hecho prisionero en las primeras acciones militares. Enviado a trabajos forzados como prisionero de guerra, y experimentando por primera vez como los alemanes dan un trato especialmente malo a los prisioneros judíos, consigue licenciarse y volver a su ciudad de origen... mientras el cerco alrededor de los judíos se va estrechando.

Se prohibe trabajar a la mayor parte de los judíos, y se les concentra en ghettos, mientras se van seleccionando a los mayores y a los no aptos para trabajar para enviarlos a los campos de exterminio. Wladek y su mujer son desplazados de Sosnowitz al ghetto de Srodula y, escapando a la liquidación del mismo, se esconden durante un tiempo en Sosnowitz, hasta que acaban capturados y deportados a Auschwitz.



El resto del libro trata de cómo Wladek se sobrepone a las calamidades del internamiento en Auschwitz, y se mantiene con vida con habilidad, inteligencia y una dosis de suerte. La "suerte" de Wladek es haber acabado en Auschwitz casi al final de la guerra, y tras diez meses de penurias, los prisioneros son evacuados ante el avance del ejército soviético. Obligados a marchas forzadas a volver a Alemania, primero brutalmente a pie, y luego hacinados en trenes de ganado, se les concentra en Dachau, de donde unos pocos afortunados son enviados a la frontera con Suiza para ser intercambiados por prisioneros de guerra, y finalmente liberados por el ejército americano.

La historia del Holocausto judío es muy conocida, y se han hecho innumerables películas sobre él. Tanto, que los Nazis son los malos "favoritos" cuando alguien tiene que ser malo en una película. Por otro lado, tengo que decir que es estremecedor cómo una sociedad "civilizada" puede corromperse tanto como para emplear toda la maquinaria burocrática, en lugar de gestionar a la sociedad como debe ser, para exterminar a un pueblo entero.

(Y los judíos eran solamente los primeros, Hitler pretendía en un plazo de diez a quince años exterminar a los polacos, y si las cosas hubieran ido de otro modo, a los rusos).

Tengo que recomendar el extenso artículo de Wikipedia sobre el Holocausto aquí. He estado leyendo mucho últimamente sobre el tema, y no puedo dejar de asombrarme, por un lado, por la eficacia y la tremenda organización puesta al servicio del exterminio, y por otro, por la tremenda crueldad en la ejecución del exterminio. Siempre he pensado que lo que hizo la Alemania Nazi no es muy diferente de lo que hicieran en su tiempo los romanos, los mongoles, (o los españoles en América, que tampoco es que nos cubriéramos de gloria justamente). Lo que es históricamente nuevo es el uso de la industria moderna para facilitar y acelerar la conquista y el exterminio de los pueblos.

Otro tema delicado es qué grado de conocimiento del Holocausto tenía en aquel momento la sociedad alemana, y cuánto participó cada organización del Tercer Reich en él, pero este tema es algo controvertido, y no voy a extenderme aquí sobre ello.

Lo que sí sé es que la sociedad alemana en general hizo un profundo examen de consciencia tras la guerra, y las atrocidades Nazis han sido discutidas abiertamente y en público, y condenadas, aunque alguno que otro tuviera esqueletos en el armario.



El lema tras el Holocausto siempre ha sido "Never Again". Se lo deberían haber explicado a la gente de Rwanda o Srebrenica.

2 comentarios:

  1. Los Nazis son los malos favoritos al igual que lo fueron los rusos durante la guerra fría y al igual que hoy en día lo son los musulmanes y/o árabes. Atrás han quedado las enseñanzas de "Teoría del cine" en las que nos decían que los malos siempre se caracterizan por ropajes oscuros y que Darth Vader era el prototipo de malo por el que teníamos que guiarnos cuando escribiéramos un guión....

    Un besazo! Tu sobrin@ ya mide 6 cm. pero todavía no nos deja saber si es chico o chica.

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  2. Belén ¡enhorabuena! Luis qué gran post, documentado, elaborado ... ¡gracias y un abrazo desde VLC!

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